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Donde la inspiración te lleve…

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Decía Picasso que «la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando». Muchos escritores confiesan que tienen unos hábitos de trabajo espartanos, muy parecidos a los de un trabajador cualquiera: se sientan en la silla a las 9 y se levantan a las 7, obligándose a escribir sí o sí durante ese periodo. La verdad es que nunca me lo he creído. Cuando se trata de escribir, encontrarte frente a una hoja blanca justo cuando tienes una gran idea ayuda a que no se te olvide, pero nada más. Obligarte a escribir es la mejor forma de que acabes odiando la escritura, para parir algo mediocre. Y lo mismo sirve para el resto de artes, o para los negocios. La inspiración es caprichosa y desordenada, y para servirte de ella debes jugar con sus propias reglas.

Regla nº1: Sé tu propia inspiración.

Toda obra creativa, desde un edificio a una empresa, pasando por un libro o una escultura, refleja gran parte de tu vida, de lo que eres. Por tanto, ser bueno, ser honesto y ser auténtico van a ayudar a tu inspiración a ser mejor. También ser un poco egoísta. Vamos a reconocerlo. Casi todos los grandes creadores de la historia han sido unos egoístas de mierda. Eso es así. Gente tan convencida de que lo que eran y pensaban era genial. Y por eso nunca iban en contra de lo que, en esencia, inspiraban. Quevedo era tan altanero como sus versos y hacía daño tanto con su espada como con sus rimas. Lennon se tomo tan en serio lo del «all you need is love» que dejó The Beatles por Yoko Ono. Sé auténtico y encontrarás la verdadera inspiración que necesitas, o sé un falso y sólo crearas amargura por vivir bajo una máscara.

Regla nº2: Sé sociable.

Estar encerrado en una habitación diez horas al día no va a ayudarte a crear una obra maestra. Aunque pocos lo reconozcan, las grandes ideas son fruto de la aportación de muchas personas que, en un momento dado, la inspiración une para ti. Steve Jobs imaginó Apple gracias a que Steve Wozniak inventó el ordenador personal. Stallone escribió el guión de Rocky después de presenciar un combate entre Muhammad Ali y Chuck Wepner. No se trata de conseguir muchos amigos, se trata de recibir muchas influencias. Y para eso hay que leer, ir al cine, ver arte, viajar… sociabilizarse con la obra de aquellos que ya han hecho grandes cosas o las están haciendo, recoger su legado y transformarlo.

Regla nº3: equivócate.

Antes que escribir, crear o inventar, es necesario vivir. Y la vida es, fundamentalmente, un viaje a ninguna parte donde aprendemos a conocernos mejor y a conformar criterios propios. Y en ese viaje, equivocarse es fundamental, al igual que lo es en el proceso de crear. Equivocarse implica que te has atrevido con algo, que has dado el primer paso. Luego vendrá corregirlo, perfeccionarlo, hacerlo mejor mientras te haces mejor (ver regla número 1).

Regla nº4: desordénate.

En muchas empresas tecnológicas, sueles ver a los ingenieros trabajar en cualquier lugar con su portátil. Muchos escritores escondidos tras montañas de libros. Esta regla no va gustar a la gente con la que vivas, pero es necesario moverse en busca de estímulos, es necesario crear tu propio espacio para desordenarlo, es necesario tener un horario para  romperlo constantemente. Porque así surgen las grandes ideas, después de pasar por la batidora todo lo que teníamos establecido en la cabeza. La inspiración no entiende de fichar, ni mide la productividad en horas. Arriésgate a bajar a esa cafetería y escribir en una libreta. Prepárate para que las mejores ideas se te ocurran mientras viajas en metro o te duchas. Así, cuando te venga la inspiración, te pillará trabajando, como diría Picasso.

Regla nº5: olvídate de estas reglas.

La inspiración no se puede circunscribir a unas reglas. Se puede ser creativo haciendo una foto familiar, poniendo la mesa o cortándole el pelo al gato. Simplemente es tener la ambición de querer expresar lo que eres en cada cosa que hagas. De esta forma, verás que tú mismo vas convirtiéndote en aquello que deseas ver a tu alrededor.

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Cinco cosas que necesito decirte…

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No quiero presionarte, ni tampoco que te agobies, pero… ¿has visto lo rápido que va el mundo hoy? Cada día hay nuevas profesiones, nuevos términos, nuevos descubrimientos, nuevas modas… en definitiva nuevo conocimiento aparece, difunde, muta e incluso se queda obsoleto en un abrir y cerrar de ojos. Muchas veces no nos da tiempo a asimilar los nuevos conceptos ni a aplicar las nuevas ideas. Vivimos rodeados de demasiado ruido, como un radioyente que no puede permitirse el lujo de pensar en la última estrofa de la canción que acaba de oír si no quiere perderse la siguiente. Pero que no haya tecla de pausa no puede ser una excusa para quedarnos quietos o bailar sin sentido. Internet nos ofrece, por primera vez en la historia, ser protagonistas. Sí, protagonistas, no usuarios, no consumidores, no simples números en una estadística. Protagonistas en la creación, conexión, selección, conversación y difusión de lo que queremos hacer, conocer, ver, oír y sentir cada minuto de nuestras vidas. De eso se trata Internet. De poder elegir. Y esos cinco verbos son el eje fundamental de las nuevas reglas de juego que Internet y su filosofía están imponiendo en el mundo.

¿Trabajas en comunicación, marketing, publicidad, turismo o desarrollo de productos? Esto te interesa.

¿Trabajas de comercial, tienes una tienda o simplemente repartes hamburguesas en un fast food? Esto te interesa.

¿Eres funcionario, o emprendedor, o asalariado o todo a la vez? Esto te interesa.

Porque cuanto antes asumas el cambio, mejor. Este es mi consejo:

Crea. Cada minuto se suben 100 horas de video a YouTube. Cada día se hacen 40 millones de fotos con Instagram. Cada 3 días se producen más de mil millones de tweets. ¿Por qué conformarse con entrar al museo y observar los cuadros si puedes pintar el tuyo y ponerlo en la pared? Trabajes en lo que trabajes, te guste lo que te guste, seguro que hay gente interesada en lo que haces. Y cuánto más crees, más afianzaras tu personalidad, tu lenguaje, tu estilo… en otras palabras: más te conocerás a ti mismo y serás capaz de proyectar una imagen solida hacia los demás.

Conecta. Vivíamos en una sociedad de conocimiento aislado, que nos obligaba a dar por bueno lo más cercano, lo más accesible a nosotros, pero no necesariamente lo mejor o lo más veraz. De este modo, era muy fácil creer que nuestro periódico era el que decía la verdad, que nuestro mecánico era el más barato de toda España o que el bar de la esquina preparaba el auténtico mojito de Cuba. Pero llegó Internet con el arma más poderosa que se haya inventado: los links. Y el conocimiento empezó a conectar. ¿No sabes de algo? No te lo inventes, búscalo y linkalo. Y esas conexiones te llevarán a nuevo conocimiento, nuevas formas de hacer las cosas y, quién sabe, al trabajo de tu vida. Y no sólo conecta el conocimiento, también las personas. Sigue a tus compañeros de universidad, de trabajo, a las personas que más te inspiren o de las que quieras aprender algo. La posibilidad está ahí, simplemente tienes que conectar.

Selecciona. En el mundo del marketing existe un término para definir el trabajo de filtrar toda la información que nos llega y seleccionar sólo la más relevante para nosotros. Se llama «content curation» o curación de contenido. Y creo que es un proceso fundamental que debes aprender y aplicar en tu vida  si no quieres ahogarte entre tantas opciones. Selecciona lo que más te interese, lo que más te valga o lo que más feliz te haga y filtra el resto. Pero ¡ojo! No pongas un filtro demasiado fuerte porque corres el riesgo de perderte información que puede serte útil o que necesitas saber. Lo que Eli Pariser llama el filtro Bubble. Tanto si se trata de las noticias, del trabajo, de tu pareja o de tus hijos, quédate siempre lo mejor sin poner vendas a lo malo.

Conversa. Las redes sociales, los blogs, los chats, los foros o los servicios de mensajería instantánea son esencialmente herramientas de conversación. Y esto significa que se acabaron los mensajes unidireccionales. Si no te gusta algo, puedes decirlo. Si quieres preguntar algo, puedes hacerlo. Pero al igual que esperas ser escuchado, ten en cuenta que hay otros que tendrán opiniones diferentes y querrán exponerlas. ¿No es eso el fundamento de una democracia? Tan importante y sano como crear es mantener los oídos abiertos. Así que si un cliente critica tu negocio, o un consumidor no le gusta tu producto, aprovecha y conversa con él. Quizás tenga razón y puedas mejorar. O quizás esté equivocado y puedas hacérselo ver. Hace muy poco una mujer renunció a su trabajo a través un video en YouTube (consiguiendo más de 13 millones de visualizaciones) y su jefe la contestó, con mucho humor, con otro video. Y no pasa nada.

Comparte. Si hay una opción por antonomasia en cualquier aplicación, servicio o red social es la de «compartir». Internet nos enseña la utilidad de salir del anonimato y compartir lo mejor de nosotros mismos. Y no sólo lo nuestro, sino lo más interesante, lo más significativo, lo que encontremos de más valor para nosotros y para los demás. ¿Y si aplicásemos esto a nuestras vidas? ¿Y si, nada más terminar de ver una película, se la recomendaras a esa persona que sabes que le iba a encantar? ¿Y si compartieras esa oportunidad de trabajo en tu empresa con ese amigo de un amigo de tu primo que conociste una vez pero que sabes que seria genial para el puesto? ¿Y si eso mismo lo hicieran contigo? Comparte. Abrirás nuevas ventanas y serás recompensado con aire fresco.

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